Mi abuela Piedad, maestra de Abarán en la posguerra, las mandaba al horno del Jarico. En los pueblos, los hornos de leña, después de hacer el pan, se llenaban de llandas de las casas con asados, empanadillas o madalenas... Se veía pasar a las mujeres con la llanda en la cabeza, apoyada en un paño blanco.
Con un par de paletillas de 1 kg a 1 kg y ¼ , o un cuarto
delantero de cordero (para 4).
Partir en trozos de ración la
carne. Salpimentamos.
Con un vaso grande aceite sofreir
media cabeza de ajos con su piel y un puñadito de piñones o almendras cuidando que no se
arrebaten. En ese mismo aceite vamos sofriendo el cordero para caramelizar su
superficie. Vamos colocando la carne sobre la bandeja de horno.
Los dientes de ajo y piñones se
pican con perejil y se embadurna con la pasta del mortero la carne.
Se pone el horno a 180º, se mete
la bandeja en el segundo nivel inferior, y se le añaden un vaso de agua y medio
de vino blanco a la bandeja, sin regar la carne.
(15 min) Sacar bandeja y colocar
las patatas a gajos, previamente saladas y sofritas en el mismo aceite de la
carne. Añadir un vasito de agua a la bandeja, si se ha consumido.
Es hora de abrir el vino (Juan Gil, se lo ha ganado a pulso) conversar con el aperitivo.
Cada 15 - 20 min se atiende el
asado: se le dan la vuelta a las tajadas, se rota la bandeja para que lo trozos
de adelante quedan dentro del horno, y se añade un vasito de agua, siempre a la
bandeja.
La parte de arriba se va secando
cada vez, y al darle la vuelta se vuelve a remojar, ablandando el interior y
conservando el sabor.
(75-90 min) Fin.